Duelo Congelado: 23 Años Después del 9/11, Heridas que Aún No Sanan

Día Nacional de Oración y Conmemoración por las Víctimas del 11-S
El 11 de septiembre de 2001 fue una tragedia de dimensiones incalculables, tanto por la pérdida de vidas humanas como por su impacto emocional, social y económico. Según informes oficiales, 2,977 personas fallecieron, incluyendo 343 bomberos y 60 policías. Más de 10,000 familias enfrentaron pérdidas directas, mientras que 125,000 trabajadores quedaron sin empleo debido a la destrucción de las Torres Gemelas. A esto se suma el grave impacto en la salud de más de 90,000 socorristas expuestos a toxinas que desarrollaron enfermedades a largo plazo.
Esta fecha nos recuerda no solo la fragilidad humana, sino también la necesidad de sanar las heridas dejadas por este evento. Algunas cicatrices físicas y emocionales han sanado, pero otras, como el “duelo congelado”, permanecen abiertas, atrapando a muchas personas en un dolor perpetuo que impide su avance. Este fenómeno, en el que las emociones quedan estancadas tras una pérdida traumática, resalta la importancia de acompañar y abrazar el dolor para poder avanzar, tanto individual como colectivamente.
Introducción
“El tiempo puede pasar, pero algunas heridas necesitan algo más que días para sanar; necesitan ser escuchadas, acompañadas y, finalmente, abrazadas.”
Cada 11 de septiembre, las cicatrices del ataque a las Torres Gemelas se reabren en el corazón colectivo de quienes lo vivieron, ya sea directa o indirectamente. Aunque hemos visto cómo el mundo ha intentado seguir adelante, reconstruyendo no solo una ciudad, sino también el alma de quienes sufrieron pérdidas devastadoras, para muchos el duelo ha quedado atrapado en el tiempo. Este fenómeno, conocido como “duelo congelado”, ha impedido la cicatrización emocional y ha perpetuado el dolor de miles.
¿Qué es el duelo congelado?
El duelo congelado ocurre cuando una persona no logra procesar adecuadamente una pérdida. El duelo, o proceso natural de adaptación emocional tras una pérdida significativa, incluye una serie de etapas que ayudan a la persona a aceptar y avanzar en su vida. Sin embargo, en casos traumáticos, como el 9/11.
Es como si el tiempo se detuviera en el momento del trauma, impidiendo avanzar congelando las emociones en un estado de shock, negación o angustia profunda. Para los sobrevivientes del 9/11 y los familiares de las víctimas y ciudadanos del mundo, el impacto emocional fue tan profundo que muchos quedaron paralizados. Este duelo no siempre se manifiesta con llanto o tristeza constantes, sino más bien con una incapacidad para aceptar la realidad y no poder avanzar, un peso emocional que sigue presente incluso décadas después.
Los tipos de duelo tras el 11 de septiembre
1. Duelo traumático
El duelo traumático suele darse cuando la pérdida es repentina o violenta, como el ataque a las Torres Gemelas. Para quienes perdieron seres queridos sin aviso, la experiencia traumática dejó cicatrices que aún persisten. El trastorno de estrés postraumático (TEPT) es común en estos casos, manifestándose en flashbacks, pesadillas y, a menudo, en una angustia emocional constante.
El trastorno de estrés postraumático (TEPT) es una condición de salud mental que se desarrolla después de que una persona experimenta o presencia un evento traumático, como un accidente grave, un desastre natural, una agresión, o situaciones de guerra. Este trastorno puede afectar gravemente la vida diaria, pero con tratamientos como la terapia cognitivo-conductual y medicación, muchas personas logran mejorar.
2. Duelo anticipado
Los rescatistas que trabajaron en la Zona Cero vivieron un "duelo anticipado". Sabían que las posibilidades de encontrar sobrevivientes disminuían cada día, lo que generaba una sensación constante de pérdida. Muchos de ellos también desarrollaron TEPT, especialmente al enfrentarse a la frustración de no poder salvar más vidas y ver a compañeros caer en el intento.
Ver los restos de las torres y conocer el destino probable de muchos que quedaron atrapados creaba una sensación de duelo constante, una carga emocional mientras el evento aún se desarrollaba.
Según estudios realizados por exploring your mind uno de muchos realizados, tras el 9/11, un alto porcentaje de rescatistas desarrollaron TEPT. La exposición continua a la muerte, el peligro, y la frustración por no poder salvar a más personas afectó gravemente su salud menta
Para muchos rescatistas, el duelo no solo se centró en las víctimas, sino también en sus compañeros caídos. El hecho de que no pudieran rescatar a otros o que sus propios amigos murieran en el intento, generó un dolor profundo y duradero, “Un Duelo congelado”
Muchos rescatistas experimentaron sentimientos de culpa por no haber podido salvar más vidas. Este sentido de responsabilidad no resuelta aumentó el sufrimiento y contribuyó al duelo congelado o complicado en los años siguientes. Sentimiento de impotencia y culpa.
El trauma emocional y psicológico de los rescatistas del 9/11 sigue siendo un tema de estudio, con investigaciones que muestran que algunos de estos profesionales aún luchan por superar las secuelas de su experiencia en la tragedia
3. Duelo colectivo
El 11 de septiembre dejó una marca profunda en el imaginario colectivo, no solo en Estados Unidos sino en todo el mundo. El duelo colectivo es un pesar compartido que nos conecta como humanidad, recordándonos lo vulnerables que somos y cómo tragedias de esta magnitud nos afectan a todos. El ataque a las Torres Gemelas fue una tragedia que unió a millones de personas en un dolor compartido, creando una experiencia común de tristeza y vulnerabilidad.
4. Duelo sin cierre
Para muchos, la tragedia del 9/11 no tuvo un final claro. Sin cuerpos para enterrar, la falta de un cierre físico ha perpetuado el dolor, impidiendo que las familias logren despedirse adecuadamente de sus seres queridos. Esta falta de cierre tangible hace que el duelo congelado se asiente con mayor fuerza.
El impacto del duelo congelado
Un estudio de la American Psychological Association (APA) indica que un Aproximadamente un 10-15% de los familiares de las víctimas experimentan un duelo prolongado o complicado
El duelo congelado crea una especie de limbo emocional. Las personas no pueden avanzar, y su vida se ve afectada en el trabajo, las relaciones y la salud mental. Este tipo de duelo no solo afecta a quienes lo experimentan, sino que también puede transmitirse a las generaciones siguientes, como una herencia emocional no resuelta.
Los hijos de aquellos que perdieron familiares en el ataque, o incluso los niños que eran muy pequeños en ese momento, han crecido con un peso emocional invisible. Heredan, en cierto sentido, el trauma y el dolor no resuelto de sus padres o de la comunidad en general. Este tipo de trauma puede durar décadas y requerir apoyo psicológico para romper el ciclo del sufrimiento intergeneracional.
Caminos hacia la sanación
Superar el duelo congelado es difícil, especialmente cuando está vinculado a tragedias como el 9/11. Sin embargo, existen formas de sanación, como el apoyo terapéutico y la creación de rituales de despedida, incluso si no hay un cuerpo presente, para ayudar a encontrar cierre. Los memoriales y eventos conmemorativos también son importantes para el duelo colectivo, permitiendo que las comunidades compartan su dolor y avancen juntas. Este tipo de duelo recuerda que el dolor no desaparece con el tiempo sin un espacio para sentir, recordar y encontrar un lugar para los seres queridos en el corazón.
Hoy, 11 de septiembre, al cumplirse 23 años de los ataques a las Torres Gemelas, nos invita a reflexionar sobre el poder del acompañamiento en el duelo, No podemos ser indiferentes al dolor ajeno. La solidaridad y la empatía son esenciales para sobrellevar momentos devastadores, y el proceso de duelo resiliente puede llevar al crecimiento y la fortaleza. Las redes de apoyo, como familiares, amigos o comunidades, juegan un papel fundamental en la sanación, ayudando a transformar el dolor en una oportunidad de renovación emocional y fortalecimiento personal.
Conclusión
El 11 de septiembre del 2001 dejó millones de corazones rotos, muchos de los cuales siguen sin sanar. Algunas personas encuentran consuelo en la memoria y el apoyo de la comunidad, mientras que otras aún luchan con el duelo congelado, buscando respuestas y paz. Pero, enfrentando el dolor juntos y con compasión, podemos ayudar a que esas heridas profundas dejen de sangrar y se conviertan en cicatrices que nos recuerden la importancia de estar presentes, escuchar y acompañar. La humanidad se fortalece cuando nos unimos en momentos de adversidad, y es en estos tiempos cuando el valor del amor y la compasión se hace más necesario que nunca. podemos trabajar juntos para que esas cicatrices, aunque permanentes, dejen de sangrar.
Referencias:
● American Psychological Association (APA).
● Exploring Your Mind.
● CDC World Trade Center Health Program (https://www.cdc.gov/wtc/exhibition/introduction.html).